domingo, 17 de noviembre de 2013

Cucurbita pepo

Cucurbita Pepo es científicamente el nombre con el que se conoce a la planta cuyo fruto es el calabacín. Pertenece a la familia de las Cucurbitáceas y es originaria de América, pero también es un producto estrella en las huertas de Higueras.

Fue una tarde de septiembre cuando al encontrarnos con Rosica parecía que llevaba un bebé en sus brazos. Pero no, no era un bebé, era este impresionante ejemplar que os muestro en las fotos.


Este hermoso calabacín, sin duda, ha visto la luz gracias al tesón de la incombustible Rosa, que pese a su edad no para ni un momento. Cuántas veces llegando al pueblo la verás escardando en su huerto, o yendo de un lado a otro para darle de comer a sus gallinas y conejos.

La suya seria una bien merecida Medalla de Oro por el Mérito al Trabajo pero, desgraciadamente, las personas anónimas parecemos estar exentas a dicho reconocimiento.


Creo que el portento de calabaza se merecía un post, ¿qué tendremos en Higueras?, ¿será por sus aires?, ¿será por sus aguas?, tendremos que animarnos todos y probarlo.


“Cabeza que no habla, dígole calabaza” Anónimo

“No hay burro calvo, ni calabaza con pelo” Anónimo

“Que si fue, que si vino, que si calabaza, que si pepino” Anónimo

“Calabaza no embaraza, pero llena la tripaza” Anónimo

“Calabazas coloridas en otoño recogidas” Anónimo

“En calabaza o en bota lo que bebas no se nota” Anónimo

“Tu me distes calabazas, me las comí con tocino; mejor quiero calabazas, que casarme contigo” Anónimo.






sábado, 9 de noviembre de 2013

La Cueva Negra

Hace ya mucho tiempo que oía hablar sobre la Cueva Negra y, al no haber estado nunca allí, era incapaz de ubicarla. No sabía que cada vez que me desplazo entre Higueras y Caudiel paso tan cerca de ella. Claro está que, al estar situada por debajo de la carretera no está tan a la vista, es necesario bajar por una pista forestal que nos llevará justo a sus pies.


La verdad es que, una vez allí, impresiona levantar la vista y ver en las rocas ese gran agujero negro. También impresiona el cómo llegar hasta arriba, ya que la naturaleza se ha encargado de cubrir con matorrales ese sendero que usaban pastores y rebaños para poder acceder hasta allí.


Pero echando mano de nuestras piernas y de nuestra intuición de gentes del terreno, antes de querernos dar cuenta ya estábamos arriba, eso sí, cansados y jadeando, pero os aseguro que valió la pena.


Cuántas veces escucho a mi suegro que me cuenta cómo era la cueva, con su entrada cerrada por una pared y una puerta para guardar el ganado, cómo se refugiaban allí para pasar tormentas o noches en invierno, o para guarecerse de las fuertes horas de sol en verano.


La cueva es grande, de techo alto y tiene dos alturas, como un duplex natural. Desde luego, allí dentro podían hacer fuego para cocinar o calentarse, algunas zonas ennegrecidas de las rocas así lo sugieren.


Solo las pétreas paredes podrían contarnos historias de lo que allí aconteció en épocas remotas, antes incluso de que existiera la carretera actual, puesto que la cueva tiene una posición privilegiada sobre esa rambla natural, que debió ser camino de paso obligado para las gentes que se desplazaban entre las antiguas poblaciones.


Desde su entrada las vistas son preciosas y no deja de sentirse uno pequeño ante la grandiosidad de la naturaleza.


Quiero agradecerle a Carlos que me hiciera de guía y me enseñara ésta y otras pequeñas joyas de nuestro entorno.