Hola amigos!!!
Voy a intentar atender vuestras peticiones de realizar una entrada sobre las costumbres de antaño en estas Fiestas Navideñas.
Para ello hemos de hacer todos un esfuerzo de imaginación y ambientación para trasladarnos unos 70 años atrás.
Por esa época, rara era una Navidad sin nieve, así que imaginemos a Higueras con todas las casas con sus chimeneas humeantes, el olor a leña y sus tejados nevados....
En aquellos tiempos la austeridad era lo dominante, nada que ver con la actualidad. Las celebraciones eran modestas y muy similares a las de otras ocasiones, como por ejemplo la Purísima.
Los hombres se iban días antes, por la noche, al campo a buscar un buen pino que cortar, para luego plantarlo en la plaza del pueblo. Entonces el suelo era de tierra y había que cavar un pozo para ponerlo. Lo adornaban con bolas y alguna cinta, sin muchas florituras y desde luego sin luces. Como curiosidad, al acabar las fiestas, después de Reyes, el árbol era vendido como madera y el dinero que se sacaba se lo repartían entre los mozos que habían colaborado en su plantada.
El día de Nochebuena por la mañana, las mujeres acudían al horno para hacer pastas de todo tipo y también asaban calabazas y moniatos.
Después de cenar en familia, todo el pueblo se reunía en el bar donde sonaba la música, bien de la gramola bien de algún osado acordeonista, y se bailaba y reía en armonía.
Cuando las mozas se iban a dormir los mozos salían a cantarles serenatas, casa por casa, pidiendo el aguinaldo, que también en esta ocasión consistía en pastas, vino, nueces, higos, ... y que acababan comiendo y bebiendo en el bar.
El día de Navidad los niños se divertían haciendo muñequitos de nieve y tirándose bolas de nieve los unos a los otros.
Por la noche se repetía la fiesta, y así todos los días festivos: Nochevieja, Año Nuevo y Reyes.
En aquella época a Higueras no llegaba Papa Noël, solo acudían los Reyes Magos de Oriente con sus camellos, y los pobres venían de tan lejos que no podían llevar demasiada carga. Al día siguiente los niños despertaban con algunas golosinas, chocolatinas y quizá, los más afortunados, con una muñeca de cartón o algún peluche de trapo. Aún así, ellos eran felices.
Ahora, volviendo de nuevo al presente, estos recuerdos debieran despertar en nosotros el auténtico espíritu de la Navidad, que quizá inmersos en el consumismo actual no somos capaces de sentir.
Por mi parte desearos de corazón una Feliz Navidad y un muy próspero Año Nuevo.
Gracias por estar ahí.